La tregua inició a las 21:00 del martes (hora del este), y significó poner en marcha un mecanismo de relojería que implica -durante sesenta días corridos- que se retiren las tropas israelíes del sur del Líbano, se muevan los terroristas de Hezbollah al norte del río Litani, y que el ejército libanés ocupe la zona que era escenario de guerra (ver mapa).
“No se permitirá que lo que quede de Hezbollah y otras organizaciones terroristas amenace la seguridad de Israel. Durante los próximos 60 días, el Ejército libanés y las fuerzas de seguridad del Estado se desplegarán y tomarán el control de su propio territorio. No se permitirá que se reconstruya la infraestructura terrorista de Hezbollah en el sur del Líbano”, afirmó Biden durante el anuncio oficial en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
La trama secreta del cese del fuego también tiene como protagonista a Macron, que integrará un comité de control de la tregua junto a los mandatarios de Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Este comité deberá decidir si hay Casus Belli para permitir un eventual ataque de Israel contra Hezbollah en territorio israelí.
El Líbano terminó de aceptar las condiciones del cese del fuego por la presencia de Macron.
Y hacia adelante habrá una agenda de reconstrucción que colocará a Francia en un rol preponderante. No sólo por las inversiones y las decisiones políticas, sino también porque será necesario respaldar en el terreno al ejército libanés, que exhibe un poder militar limitado frente a la capacidad bélica de Hezbollah.
Biden y Trump definieron que formalmente no habrá tropas de Estados Unidos en las zonas que abandonará Israel y la organización terrorista, pero asesores militares y civiles del Pentágono operarán desde al embajada americana en Beirut para evitar que un simple incidente transforme a la tregua en humo y cenizas.
Cuando llegue a la Casa Blanca, Trump definirá si se atiene a la letra de este acuerdo. O escribe otro con sus propias palabras.