Sin embargo, los datos contrarían los dichos de Milei. Las estadísticas muestran que casi la mitad de los alumnos en universidades públicas está por debajo de la línea de pobreza.
class="inline ad-wrapper" style="box-sizing: border-box; align-items: center; display: flex; justify-content: center; text-align: center; width: 856.024px; color: #3b3b3b; font-family: Roboto, sans-serif; font-size: 22px;">Según el análisis realizado por Leopoldo Tornarolli, economista del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata, el 42,6% de los estudiantes universitarios en el sistema público es pobre.
Este cálculo es en base a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y corresponde al semestre que va de octubre de 2023 a marzo 2024, el último completo con microdatos, ya que los publicados por el INDEC llegan hasta el primer trimestre de este año.
Si se considera a los estudiantes del “nivel superior” público - que incluye nivel terciario, universitario y posgrado- ese porcentaje asciende al 43,1%, de acuerdo a lo analizado por este experto.
“La tasa de pobreza en el período octubre 2023-marzo 2024 fue del 50%, mientras que en el primer semestre de 2024 fue de 52,.9%.
Normalmente, cuando sube la pobreza general, sube al interior de cada grupo en una proporción más o menos similar”, explicó Tornarolli ante la consulta sobre su predicción de que, en el primer semestre de 2024, podría esperarse una suba en ese porcentaje de entre 2 y 3 puntos.
El número de estudiantes universitarios del sistema público que están debajo de la línea de pobreza vino aumentado en forma sostenida durante los últimos años.
De acuerdo a los datos elaborados por Tornarolli, a principios de 2016, eran el 23,2%. Desde entonces, ese porcentaje no dejó de subir, con solo breves períodos de amesetamiento o baja.
Tornarolli, actual director del Proyecto SEDLAC - una Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y el Caribe- señaló que “cuando se expande el acceso a un nuevo servicio, los nuevos beneficiarios tienden a ser de grupos menos favorecidos que los beneficiarios previos. Pasa con la educación pública, los servicios de cloacas, gas de red, o el agua potable”.
Y advirtió que actualmente se dan en Argentina dos efectos en conjunto: “Más gente de bajos ingresos entra al sistema que en el pasado, y más gente que está en el sistema se vuelve de bajos ingresos por la situación económica actual y de los últimos años”.
Para Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva de Fundar, una ONG especializada en políticas públicas, “si bien es cierto que los sectores medios van más a la universidad que los más bajos -y esto es así en todo el mundo-, no es que los sectores bajos no van”.
Y destacó que “la educación superior se ha ido democratizando en Argentina. En 2003, el 31,6% de los estudiantes de nivel superior de instituciones públicas venía de los quintiles 1 y 2 (40% más pobre). Hoy esa cifra es 10 puntos más alta (42,1%). La universidad pública fue clave en ese proceso”.